miércoles, 18 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo V, por F. J. Alexander



''Estoy siempre contigo. Adonde quiera que vayas, yo estoy antes allí.''

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN

Capítulo V, por F. J. Alexander

La Voz del Gurú, que es Dios, habla:

“¡Oye! Estoy siempre contigo. Adonde quiera que vayas, yo estoy antes allí. Vivo para ti. Te hago entrega del fruto de mi realización. Eres el tesoro de mi corazón, la niña de mis ojos. Somos uno en Dios. Nuestro quehacer es la realización. Hasta tal punto siento mi unidad contigo, que no temo arro­jarte al desierto del mundo y a la selva de la duda. Es porque conozco la medida de tus fuerzas. Te envío a recoger experiencia tras experiencia; pero siempre mi ojo te sigue por doquiera vagues. ¿Pe­cas? Pues, pecas en presencia mía. ¿Efectúas accio­nes virtuosas? Las percibo todas. Conozco todos tus modos de ser. Por medio de toda clase de experien­cia y pensamiento, voy apretando los lazos que nos unen. Nada me importa mi salvación a menos que tú participes de ella. Tú eres el YO mío bajo otra forma. Cuanto más absorbes la visión que es mía, tanto más y más crece esa unidad espiritual nues­tra que es la Vida Divina. Caen los velos de las distintas personalidades y tú eres mi propio YO, y mi propio YO es tú. Tan estrechos son los lazos que nos atan. Ni la muerte, ni la separación, pue­den hacer presa en mi relación contigo. Aunque hayas nacido muy lejos y aunque no hayas visto mi forma física, eres, sin embargo, mío propio. No consiste el discipulado en haber visto mi forma, sino en haber comprendido mi voluntad. Jamás po­drás escapar a la red que he echado”.

“Busca cuál es mi voluntad. Sigue la enseñanza que el Maestro me ha dado y que te he transmitido. Ve la misma visión mía. Entonces, te hallarás más en unidad conmigo que si hubieras vivido próximo a los miles de cuerpos que han sido míos. El disci­pulado consiste en una devoción inquebrantable a mi pensamiento y a mi voluntad. Y existe un amor inconmensurable entre nosotros. Ve en paz. Más duros que el diamante son los lazos que unen al Gurú y al discípulo. Son más potentes que la muer­te. Porque están anudados por el Amor Inconmen­surable y la Voluntad Divina y Omnipotente”.

"¡Om Tat Sat!"

¡Tat Tvam Asi!
¡Aham Brahmasmi!”

NOTA:
1 Gurú: instructor, guía espiritual.
2 Tat Tvam Asi! : Soy Eso (Brahman o Atman)
3 Aham Brahmasmi: Yo soy Brahmán.