martes, 27 de enero de 2015

AMOR Y SEXUALIDAD - II por Omraam Aivanhov


AMOR Y SEXUALIDAD - II
por Omraam Aivanhov

Muchos santos y santas fueron muy ardientes hasta el último momento, y eso no es perjudicial, sino todo lo contrario. Aquellos que saben utilizar la energía sexual son los más ricos y privilegiados, porque esta energía es una bendición. Muchas personas muy creyentes han querido suicidarse porque sentían este ardor en ellos y se creían condenadas. Eso  significa que no habían comprendido nada, y desgraciadamente, la Iglesia tampoco explica nada sobre ello.

En la Iniciación se presenta la cuestión de otra manera. La energía sexual es un don de Dios, sólo que hay que saber utilizada. Los países que tienen mucho carbón o petróleo bajo su suelo, se vuelven multimillonario s porque lo utilizan. Y los que no saben utilizado, se queman. De la misma manera, la energía sexual es una fuerza que el hombre debe aprender a utilizar para iluminar, calentar y hacer funcionar todo dentro de sí mismo.

Omraam Aivanhov
Pero la gente, al estar lejos de la verdad, cuando ven a algunos jóvenes que poseen mucha energía sexual, inmediatamente se lo reprocha. ¡ Como si esos jóvenes no tuvieran que sentir nada! ¡Cómo si estuvieran muertos!.. Esa es la idea de los adultos, y en lugar de ayudarles, quieren destruirles, cerrarles el camino, nadie les dirá: « ¡Bravo, jóvenes! Sois privilegiados por poseer esa riqueza... Pero debéis saber que si no sois inteligentes, esta riqueza será justamente la causa de todas vuestras desgracias». Eso es lo que deberíamos decirles, pero en lugar de eso, se lo echamos en cara, les criticamos; y cuando vemos un joven frío, nos alegramos. Pero, ¿qué hará él con su frialdad? ¡Nada de nada! Yo también he sido educado así, incluso peor que vosotros. ¡Si supieseis cómo nos educaban en Bulgaria a principios de siglo! Precisamente por ello doy gracias al Cielo, por haber tenido la luz de esta Enseñanza.

Y ahora, si hay algún o alguna joven que viene a escucharme por primera vez, me permitiré añadir todavía algunas palabras para ayudarles. Pensaréis, quizás, que cuento demasiadas cosas obscuras... ¡Sí, sí, pero eso no es nada! Si supieseis lo que la juventud está aprendiendo, de qué habla, de qué se ocupa, os quedaríais estupefactos. ¡Incluso los niños de doce o trece años se cuentan cada historia! Lo que yo cuento no es nada... Un día recibí la visita de una joven; era muy bella, simpática, y por su comportamiento se veía que era muy educada. Pero he aquí que me contó que era muy desgraciada porque estaba obsesionada por una imagen: en todo lo que miraba, flores, frutos, objetos, incluso en el techo, no veía
otra cosa que el sexo masculino. Y como era creyente, católica, se sentía perdida, en pecado.

Cuando la hube escuchado me eché a reír. Ella me miró con aire de sorpresa y le dije: «Escúcheme, ¿me permite explicarle y darle un método para salir de esta situación? - Oh, sí, dijo, sí». Y le expliqué: «No pasa nada grave, no hay nada malo en todo lo que me dice. Es natural, normal, son cosas que le pasan a todo el mundo; más o menos, claro está, pero no hay motivo para desesperarse. La naturaleza se ocupa de la propagación de la especie, y es ella la que crea esas representaciones en los hombres y en las mujeres. Pero hay que saber cómo actuar, cómo utilizar esas imágenes, de lo contrario, mire en qué estado está usted... »

«He aquí lo que debe hacer en adelante. Cuando vea esta imagen en un fruto o en un objeto, en lugar de desconsolarse, mire tranquilamente... Pero no lo haga mucho tiempo, porque corre el peligro de que ciertos deseos se despierten en usted, y entonces, para consolarse, recurrirá a determinados gestos, y así sucesivamente. Por lo tanto, para que eso no se produzca, vuélvase un poco filósofa, es decir, comience a pensar en la Inteligencia que preside la formación de esos órganos. Reflexione, medite, maravíllese de la sublime Inteligencia que se ha ocupado en crear cosas tan perfectas y así olvidará la tentación. Mientras que si usted insiste, nunca saldrá de ahí. Tome esta imagen como un punto de partida capaz de propulsarle hasta el origen. Si usted no tiene ese punto de partida, ¿cómo llegará a su destino en lo alto? Pero recuerde que no debe considerarla más que como punto de partida, no se quede ahí mucho tiempo, porque entonces puede precipitarse en el abismo y perderse. Usted debe utilizarla solamente.

«Desgraciadamente los humanos no saben ir más allá del mundo de las formas para reflexionar y maravillarse. No saben que es, precisamente, este «maravillarse» lo que les salvará. Decís: «Pero, ¿qué me pasa? Es horrible, repugnante», y eso es lo que os pierde. Reemplazad esas viejas concepciones y no digáis: «Es horrible», sino: « ¡Qué belleza! ¡Qué esplendor! ¡Qué inteligencia! ¿Cómo ha podido formar la naturaleza una cosa tan extraordinaria?» Entonces estaréis maravillados y encontraréis el equilibrio y la paz.» Esto es lo que le dije a esta joven, y se fue muy feliz. El Señor todo lo hizo bien, entonces, ¿por qué querer mutilar sus creaciones? Algunos se comportan, con respecto a la sexualidad, como si el Señor hubiese hecho mallas cosas...

Bien, pues eso es lo grave, eso es lo que está castigado. Debemos admirar todo lo que Dios ha creado, porque Él sabía porque lo creaba. No somos nosotros los que debemos juzgar. ¡Qué filosofía tan rara se ha dado a los humanos! Vosotros diréis que era para mantenerlos en la pureza y en la castidad... Pero es precisamente eso lo que les empuja a transgredir todas las leyes de la pureza, porque, ¡cuánto más diabólicas e infernales presentamos las cosas, más incitamos a que se vean y se prueben! ¿Acaso creéis que condenando todo lo referente al sexo como algo
sucio y repugnante la gente dejará de interesarse en él y de practicarlo?..

Pero entonces, ¿por qué la mayoría de los hombres que piensan que eso es repugnante se revuelcan día y noche en esa porquería? Eso no ha impedido nada, sino todo lo contrario. Baudelaire dice que cuando creemos cometer un crimen, sentimos mayor placer. Sí, en cuanto sabemos que algo está prohibido, que es un crimen, el placer aumenta. Eso puede ser verdadero o falso, no quiero discutir sobre ello; solamente quería deciros que denigrar al sexo jamás ha sido una solución, mientras que si pensáis de otra manera, recibiréis ayuda.

La única solución al problema de la sexualidad está en la manera como se consideren los hombres y las mujeres. La causa de todos los desórdenes y desenfrenos radica en que los hombres no han aprendido a valorar a las mujeres, ni las mujeres a valorar a los hombres. Si el hombre considera a la mujer como una hembra, como una Mesalina, como un objeto de placer, ya determina su comportamiento y se verá obligado a liberar todas sus tendencias pasionales. -Pero si la considera como una divinidad, sus sentimientos y su comportamiento se transformarán. Jesús decía: «Que te sea hecho según tu fe». Sí, las cosas se vuelven de talo cual manera, según la forma de considerarlas. Es una ley mágica que la humanidad debe, de ahora en adelante, conocer. Pensamos que podremos cambiar la forma de amar sin cambiar la forma de considerar al que, o a la que amamos... No, es imposible. Es muy difícil cambiar las formas de expresión del amor. Pero cambiad vuestra forma de considerar a un ser y actuaréis sobre vosotros, sobre vuestros sentimientos, sobre vuestras tendencias y, por lo tanto, sobre la manifestación de vuestro amor.
Así es como yo lo hago, y considero a la mujer como una divinidad. Diréis: «Pobre viejo, ¡qué lejos está de la verdad! ¡Si supiese qué es una mujer!»...

Y, ¿creéis que no lo sé?.. Pero no quiero pensar en ello, no quiero saber ni qué es ni qué puede ser, y eso me ayuda, lo hago por mí. ¡Si creéis que no sé lo que es una mujer! Puedo tener todas las razones para considerarla como el ser más espantoso, pero eso no soluciona nada; quiero que represente una divinidad para mí. Por lo tanto, la considero como una divinidad, y soy yo el que se beneficia: ¡si supieseis lo que siento y lo que descubro entonces! Este punto de vista contiene toda una filosofía...

Hace años vino a verme un viejo médico, gordo, barrigón, y se puso a hablarme de las mujeres. Y, ¿sabéis lo que me dijo? Me dijo: «La mujer no es más que una vagina». Me quedé anonadado. Decidme. ¿De qué sirve tener concepciones tan prosaicas? Claro está que no podemos negar que el ser humano posee intestinos y todo tipo de órganos que no son particularmente estéticos. Pero, ¿acaso el hombre o la mujer no son nada más que esos intestinos y esas funciones un poco groseras? La gente confunde todo. El ser humano está obligado a tener un cuerpo físico con órganos adaptados a tal o cual función, pero está lejos de ser tal y como
aparenta físicamente. El hombre y la mujer no se reducen a algunos órganos, son seres que piensan y que actúan, son seres que tienen un alma y un espíritu.

¿Qué gozo puede sentir un hombre si piensa que la mujer no es más que un órgano? ... Toda su vida psicológica se desperdicia. Verdaderamente ese médico no era un psicólogo: no había estudiado cómo tal o cual pensamiento puede influir en nuestro estado interno. Y a mí, precisamente lo que más me interesa, es saber cómo y de qué manera se refleja en mí todo lo que pienso... Y por eso prefiero pensar que la mujer es una divinidad. Diréis que eso no es verdad: sí, es posible que tengáis razón, pero vuestra razón no me interesa, y vuestra verdad es de lo más perniciosa. Yo, a pesar de vivir en la ilusión y en la mentira, suponiendo que eso sean  ilusiones y mentiras, soy el hombre más feliz de todos. Yo considero a todas las mujeres como divinidades, como un aspecto de la Madre Divina, y entonces, si supierais qué felicidad, qué gozo siento al pensar que hay mujeres en la tierra, ¡es increíble!...

¿ Creéis que aún vendría a daros conferencias, si pensase como ese médico? De ser así ya no tendría ganas de veros, ni de hablaros, ni de nada. Como podéis ver, estas concepciones no llevan muy lejos. Vosotros también debéis cambiar vuestros conceptos. Los hombres deben cambiar su opinión sobre las mujeres y las mujeres la suya respecto a los hombres, de lo contrario las puertas de la evolución les serán cerradas, ya que hagan lo que hagan, no conseguirán ningún progreso. Para las mujeres, también el hombre debe ser una divinidad.

Lo que no hay que olvidar nunca es que el ser humano posee dos naturalezas: una naturaleza inferior, animal, y otra superior, divina, a las que yo he llamado personalidad e individualidad.
Conociendo estas dos naturalezas, el discípulo de una Escuela iniciática siempre se pregunta cómo puede alimentar la individualidad en él mismo y en los seres que ama. Y eso es el verdadero amor.

Pero consideremos únicamente los métodos que acostumbran a usar los humanos para conquistar a su pareja. Tanto si se trata de un hombre como de una mujer, hay que conquistarle, hacerle cumplidos, halagar su vanidad; en una palabra, tocar su personalidad, si no ya se sabe que no obtendremos nada. Por lo tanto, los dos saben cómo conquistarse el uno al otro: por medio de gestos, de palabras, de regalos. Se dirigen siempre a la personalidad del otro. Pero cuando se trata de despertar, en la persona que es objeto de amor, todas las facultades sublimes, ideales, luminosas y perfectas, y de alimentadas, aunque sólo sea con una sonrisa, con una mirada... no saben. Sin embargo, son muy listos para excitar y despertar todo aquello que les permita saciar sus necesidades inferiores. Por eso, el amor humano todavía se expresa de una manera animal, instintiva, pasional; es extremadamente raro encontrar un elemento maravilloso, poético.

El papel de la Ciencia iniciática es el de mostrar a los humanos cómo pueden alimentar la naturaleza superior en los seres que aman. Lo que os voy a decir os parecerá extraño, y me pregunto si me comprenderéis; de todas formas os lo diré. Supongamos que una mujer tiene a su amado en sus brazos y le dice: «Mi querido Andrés... » o «Mi querido Juan ... » o «Mi querido campeón ... » Porque es necesario que él escuche pronunciar su nombre para que su personalidad pueda regodearse pensando :« ¡Ah! ¡Cómo me ama! ... » Y de esta manera, ella envía todas sus energías para cebar su personalidad.

Pero imaginad ahora que los dos conocen la naturaleza de la personalidad y de la individualidad, que los dos están instruidos  en la Ciencia iniciática: cuando la mujer abrace a su amado, dirá: « ¡Oh Padre Celestial! Y si también él a la abrazada se dirige a través de ella a la Madre Divina, sus energías se dirigirán igualmente hacia el Cielo. En lugar de limitar los intercambios al plano inferior, en el que nunca se sabe las porquerías y las fermentaciones que se van a producir o a absorber, es necesario que el hombre y la mujer puedan unirse al origen, que es Dios. Sí, es en este manantial de perfección donde deben posarse, y no en un ser limitado e imperfecto como ellos. Mirad al hombre que dice a una mujer: «Querida, yo te haré feliz». Vedle: es débil, ignorante y desgraciado, ¿cómo la hará feliz? Uniéndose ambos al Padre Celestial y a la Madre Divina es como extraerán fuerzas de esas reservas inextinguibles, extraerán un amor puro, incorruptible, y se sentirán llenos, iluminados, reforzados, rejuvenecidos, felices. Es necesario saber crear y mantener continuamente la unión con el amor divino. Todo lo que se haga debe ser sensato, purificado, consagrado, santificado para servir a una idea grandiosa: el Reino de Dios y su Justicia.

Esos son conocimientos que los humanos no poseen. Sólo sirven a su personalidad y a la de los demás, y como la personalidad tiene raíces subterráneas, les empujará hacia el abismo. Pero es difícil conseguir que los humanos cambien su punto de vista. Tienen costumbres que repiten continuamente: siempre satisfacen su personalidad y no dan nada a su individualidad, la cual se queda hambrienta.

Desgraciadamente la personalidad, a pesar de recibir infinidad de cosas todos los días, desea saciarse continuamente, y nunca tiene bastante. La prueba está en que una mujer ha dado todo al hombre que ama, todo, y él la olvida, se va con otras. ¿Por qué? Porque ella satisfacía solamente su sexo. Ella no ha conseguido alimentar en él algo sublime, a la otra naturaleza llena de nobleza que no olvida nunca el bien que se le hace y que se muestra eternamente agradecida. Y seguidamente la pobre mujer se queja: yo le he dado todo y, ¡mirad ahora cómo me trata! Naturalmente, porque ella ha alimentado algo que es ingrato por naturaleza.

El día en que esta cuestión de las dos naturalezas esté más clara para vosotros, conseguiréis resolver los problemas sexuales mucho mejor.
Aquél que da rienda suelta a sus tendencias personales y egoístas, pierde el control de sexualidad: es como si esos órganos funcionasen independientemente de él, sin que pueda detenidos ni frenados. El solo puede constatar sin poder hacer nada; son, por lo tanto, otras fuerzas las que se han apoderado de él, las que se lo han quitado todo, él sólo puede observar. ..
Mientras que en el amor espiritual constataréis que sois vosotros, es decir, vuestra alma, vuestro espíritu, vuestra individualidad la que domina y la que se alimenta. Sólo con miradas, con una presencia, con un perfume, os sentís felices, os expandís al sentir que sois vosotros mismos, vuestra naturaleza superior la que ha comido, la que ha bebido, la que ha respirado, y no otras entidades extrañas a través de vosotros. Yo os doy la verdadera luz a este respecto, y creedme, no invento nada.

El amor es el misterio más grande que existe; se le conoce muy mal y se continúa practicando sin reflexionar y sin comprenderlo. Por eso, todo el mundo se siente mal y es desgraciado. A pesar de que la ciencia haga descubrimientos formidables, mientras la cuestión del amor no sea comprendida y resuelta, la humanidad no se librará de sus desgracias. Ahí tenéis el punto de vista que el Cielo me ha dado y que me permite ver claramente esta cuestión.

Paz, Luz y Amor